
Sana'a - Saba: Informe: Gamil Al-Qashm
En un momento en que los musulmanes desean, durante el mes de Ramadán, fortalecer su conexión con su religión y sus valores espirituales y ocupar sus días con el culto y la autorreforma; La comunidad islámica se enfrenta a una ola de ataques intelectuales a través del contenido de los dramas de Ramadán transmitidos por canales satelitales, que se han convertido en plataformas para transmitir agendas culturales destinadas a socavar la identidad islámica y desmantelar los valores sociales.
Esta campaña intelectual no es mera especulación, sino una realidad encarnada en hechos, como lo indicó el líder de la revolución, EL Señor Abdul-Malik Badr al-Din al-Houthi, en sus conferencias de Ramadán, cuando advirtió contra la explotación de los medios de comunicación y el arte, especialmente el teatro, para destruir la conciencia de la nación y dirigirla hacia culturas extranjeras que amenazan su tejido social y religioso.
Explicó que "la conciencia es el arma más poderosa para enfrentar la guerra blanda, y quien se dé cuenta de la verdad de estas conspiraciones puede protegerse a sí mismo y a su sociedad de caer en el atolladero del extravío y la desviación".
Normalización moral:
El drama del Ramadán busca perpetuar patrones de conducta que contradicen los valores islámicos, ya que el vicio, la traición y las relaciones ilegítimas se promueven como parte de la vida normal. Esta repetición deliberada de escenas de bajo nivel tiene como objetivo normalizar la corrupción moral, de modo que se vuelva algo normal en la mente del espectador, especialmente de los jóvenes, que se dejan influenciar fácilmente por lo que ven en las pantallas.
Lo que lo hace aún más peligroso es la forma dramática y atractiva en que se transmiten estas desviaciones, ya que los personajes desviados se presentan de una manera atractiva y agradable, mientras que aquellos comprometidos con los valores religiosos son retratados como extremistas o retrógrados. Estos mensajes ocultos funcionan para debilitar la inmunidad moral de la sociedad, lo que conduce a cambios peligrosos en el comportamiento y los valores de los individuos.
Alienación de la identidad:
Además de la decadencia moral, el drama del Ramadán intenta alienar la identidad islámica al presentar estilos de vida importados que se alejan de la realidad islámica. Los personajes se muestran comprometidos con un estilo de vida occidental y se promueven conceptos como la liberación excesiva y la rebelión contra las costumbres y tradiciones, como si fueran necesarios para el desarrollo y el progreso, mientras que el compromiso religioso se considera una restricción que debe eliminarse.
Esta influencia se extiende a la remodelación de la imagen de la familia musulmana, promoviendo patrones familiares rotos y retratando los valores familiares islámicos como retrógrados e inadecuados para la era moderna.
Estos intentos sistemáticos pretenden crear una brecha generacional, de modo que los jóvenes se vuelvan más propensos a adoptar culturas extranjeras, lo que conduce a una pérdida gradual de la identidad islámica.
Destrucción de la conciencia:
El drama del Ramadán no sólo ha afectado aspectos morales y sociales, sino que también se ha convertido en una herramienta eficaz para dirigir la conciencia pública hacia agendas políticas e intelectuales específicas, donde se reformulan conceptos religiosos y nacionales y se distorsionan figuras islámicas e históricas, con el objetivo de crear una falsa conciencia que sirva a los intereses de ciertos partidos.
El ejemplo más destacado de esto es la serie “Muawiyah”, que desató una gran controversia debido a su distorsión de los acontecimientos históricos islámicos. Estos intentos no se limitan a falsificar el pasado, sino que también apuntan a influir en el presente y el futuro, para que las masas se orienten hacia visiones e ideas que contradicen la verdad y sirven a los intereses de los proyectos occidentales y sionistas que apuntan a desmantelar la nación islámica.
Financiamiento de la producción:
El teatro del Ramadán ya no es sólo una obra artística presentada para entretenimiento, sino que se ha convertido en una enorme industria financiada por partes externas con agendas específicas, representadas por grandes compañías de producción que controlan el contenido de los medios y reciben un enorme apoyo financiero de instituciones occidentales, y buscan dirigir los mensajes de los medios de una manera consistente con sus políticas y objetivos.
Esta financiación dirigida dificulta la búsqueda de obras que reflejen los verdaderos valores islámicos, ya que se imponen ciertos escenarios y se determinan temas que sirven a las orientaciones occidentales. Esto explica la recurrencia de temas que tratan sobre la decadencia moral, la desintegración de la familia y la reescritura distorsionada de la historia islámica que sirve a los enemigos de la nación.
Impacto generacional:
El peligro del drama del Ramadán no se limita a la generación actual, sino que se extiende a la formación de la conciencia de las generaciones futuras, de modo que los niños y adolescentes absorban los valores que observan, para que formen parte de su cultura y comportamiento futuro. Cuando las desviaciones morales se presentan como algo normal, se crea una generación con una identidad confusa, carente de valores auténticos.
Este efecto se ve agravado por la falta de supervisión familiar y social, que deja a los niños y adolescentes expuestos a este contenido sin orientación ni corrección. Así, el teatro del Ramadán se convierte en una herramienta eficaz para cambiar conceptos y convicciones entre los jóvenes, lo que contribuye a debilitar a la nación desde dentro, destruyendo su base moral e intelectual.
Lavado del cerebro:
La influencia dramática ya no se limita al entretenimiento de los espectadores, sino que se ha convertido en un poderoso medio de lavado de cerebro y de remodelación de la conciencia del público para que sirva a proyectos externos. Los mensajes ocultos se presentan en un contexto dramático emocionante y el espectador acepta las ideas sin sentir que se le imponen, lo que hace que su impacto sea más profundo y peligroso.
Método que se basa en la manipulación de las emociones, introduciendo determinados mensajes políticos y culturales en escenas humanas o románticas y vinculando estas ideas a sentimientos positivos, lo que facilita el proceso de normalización de los mismos para el espectador. Se trata de una estrategia utilizada por los grandes medios de comunicación para reprogramar las sociedades según sus propias orientaciones.
Control débil:
Entre los factores que contribuyeron a la difusión de este peligroso fenómeno se encuentran la debilidad de la supervisión de los medios de comunicación y la ausencia de estándares éticos en la evaluación de los contenidos presentados. La mayoría de las series pasan sin un escrutinio real de su contenido e impacto, lo que las convierte en un arma peligrosa utilizada inconscientemente por los responsables de los medios de comunicación.
Por otra parte, la familia tiene una gran responsabilidad en proteger a los niños de esta influencia, haciéndoles conscientes de los peligros inherentes a estas obras y ayudándoles a analizar los contenidos que ven, en lugar de recibirlos negativamente sin conciencia ni crítica.
Enfrentando el desafío:
Ante los ataques intelectuales y culturales, se hace necesario tomar conciencia colectiva de las dimensiones de la guerra blanda y esforzarse por encontrar alternativas mediáticas que enaltezcan los valores islámicos y combatan la ola de corrupción cultural que invade las pantallas. También es necesario apoyar la producción mediática que respete la identidad de la nación y refleje los valores auténticos del Islam.
El mes de Ramadán es una verdadera oportunidad para reconstruirse y fortalecer los vínculos familiares y comunitarios. Debería aprovecharse para concienciar a la comunidad sobre los peligros de los programas engañosos que atacan la identidad, como dijo Abdul-Malik Badr al-Din al-Houthi: “La concienciación es el arma más poderosa para enfrentar la guerra blanda, y quien se dé cuenta de la verdad de estas conspiraciones puede protegerse a sí mismo y a su comunidad de caer en el pantano del desvío y la desviación”.