Sanaá - Saba - Yahya Garallah
En un crimen de guerra atroz y en toda regla, la brutal agresión estadounidense tuvo como blanco el Hospital Al-Rasoul Al-Aazam para pacientes con cáncer en la provincia de Saada. La construcción del hospital se encontraba en su fase final y estaba destinado a convertirse en un centro médico vital y una referencia terapéutica para pacientes con cáncer en Saada y las provincias vecinas.
Aunque este servicio y proyecto humanitario representaba un gran rayo de esperanza para los pacientes de cáncer, ya que les habría ahorrado la molestia de viajar a la capital, Sanaá, para recibir tratamiento, además del importante papel que habría desempeñado para aliviar la presión sobre los centros de tratamiento del cáncer en la capital y algunas gobernaciones, los criminales estadounidenses se negaron a hacer nada más que privar a los pacientes de cáncer de esta esperanza al atacar deliberadamente el edificio del hospital, revelando así el verdadero rostro de Estados Unidos, que afirma proteger los derechos humanos mientras al mismo tiempo comete los crímenes más atroces contra los pueblos.
Según un comunicado del Fondo para el Control del Cáncer, la agresión estadounidense tuvo como objetivo el edificio del hospital con 13 ataques aéreos, destruyendo gran parte del mismo y causando daños catastróficos a sus instalaciones vitales. Este crimen privó deliberadamente de tratamiento a cientos de pacientes en un momento en que el país atraviesa una grave situación sanitaria debido a los ataques contra el sector salud y sus diversas instalaciones durante los últimos años.
La declaración enfatizó que este crimen no es un hecho aislado, sino parte de un complot sistemático estadounidense contra el pueblo yemeníta durante años mediante bombardeos y un bloqueo asfixiante, lo que ha llevado al empeoramiento de las condiciones de salud y a la propagación de enfermedades mortales, especialmente el cáncer, que se ha propagado como resultado del uso de armas prohibidas internacionalmente desde 2015.
Estados Unidos, que falsamente afirma combatir el terrorismo, es el principal criminal que siembra muerte y destrucción con sus armas prohibidas. Cientos de personas han contraído cáncer como resultado de la exposición a materiales radiactivos y tóxicos tras los mortíferos bombardeos de ciudades yemenítas. Hoy, tras privar a los yemeníes de las necesidades más básicas, busca, con su nueva agresión, cerrar las últimas puertas de esperanza para los pacientes de cáncer atacando el único hospital que les habría brindado tratamiento.
Lo que hace aún más odioso al enemigo estadounidense son las flagrantes justificaciones y mentiras que ha lanzado para justificar su atroz crimen. El criminal Trump afirmó que los ataques tenían como objetivo "bases que amenazan la navegación marítima". Pero la verdad innegable es que el bombardeo tuvo como objetivo objetivos civiles y un centro médico dedicado al tratamiento de pacientes con cáncer, en flagrante desafío al derecho internacional y un desprecio por las convenciones humanitarias.
Con este crimen, la nueva administración estadounidense confirma que Washington continúa con su política criminal de confundir a la víctima con el verdugo, y que trabaja para exterminar a la población civil. Los crímenes que está cometiendo en Yemen y Palestina son quizás la mayor prueba de ello.
Según el derecho internacional humanitario y la Corte Internacional de Justicia, atacar este hospital constituye un crimen de guerra en toda regla, según los artículos 8(2)(b) y 8(2)(b)(i), que estipulan que atacar a civiles y bienes de carácter civil constituye una grave violación del derecho internacional. El artículo 8(2)(b)(ii) también tipifica como delito el ataque deliberado contra instalaciones médicas, lo que implica la inmediata rendición de cuentas internacional por este delito.
A raíz de este crimen, el Fondo de Control del Cáncer hizo un llamamiento a la comunidad internacional, a las organizaciones de derechos humanos, a los países islámicos y a todas las personas libres del mundo para que adopten una posición firme contra esta agresión bárbara y tomen medidas urgentes para impedir la continuación de estos crímenes, que representan una extensión de las políticas genocidas practicadas por Estados Unidos e Israel en la región.
Destacó que esta agresión revela claramente que Estados Unidos persigue una agenda que favorece los intereses de la entidad sionista, ya que estos crímenes coinciden con la brutal escalada contra la Franja de Gaza y las continuas masacres cometidas contra civiles en los territorios ocupados. Señaló que el silencio de la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos ante este horrendo crimen las sitúa en la categoría de complicidad directa con la agresión estadounidense, ya que la falta de medidas inmediatas para detener estos ataques las convierte en cómplices de la continuación de los crímenes contra los yemenítas.
En su declaración, el Fondo pidió a las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, las organizaciones de derechos humanos, los países islámicos y los pueblos libres de todo el mundo que adopten una postura firme contra esta flagrante agresión y presionen a Estados Unidos para que ponga fin a sus repetidos crímenes contra los civiles y los enfermos en Yemen.
Destacó que este crimen no le impedirá continuar con su misión humanitaria de brindar atención y tratamiento a pacientes con cáncer, a pesar de los graves desafíos y la continua agresión. También enfatizó que estos crímenes no prescribirán y que sus autores pagarán el precio tarde o temprano.
El proyecto del Hospital Al-Rasoul Al-A'zam para el tratamiento oncológico es uno de los proyectos de servicios más importantes que contribuirá a aliviar el sufrimiento de los pacientes con cáncer en la Gobernación de Sa'dah y las gobernaciones y distritos vecinos, y los aliviará de las dificultades y penurias de viajar a la capital, Sana'a, para recibir tratamiento.
El proyecto, ejecutado por la Corporación General de Carreteras y Puentes en la Ciudad Médica Al-Hussein, en la gobernación de Saada, con un costo de 7,567 millones de dólares (1.110 millones de riyales), está financiado por el Fondo para el Control del Cáncer. El proyecto, con una superficie de 4.803,9 metros cuadrados, consta de cinco bloques con sótano y tres plantas, cada uno de 13 metros de altura.
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