Sanaá - Saba: Informe: Gamil Al-Qashm
En tiempos de subyugación, Yemen se ha convertido en un símbolo de resistencia y una fuerza eficaz en el corazón de la batalla. Sus misiles y drones se han convertido en una pesadilla que aterroriza a la ocupación sionista, demostrando que la hegemonía sionista ha terminado y que la ecuación del conflicto ha cambiado.
Desde un país blanco de ataques aéreos estadounidenses, la fuerza de misiles yemeníta se lanza para sembrar el terror en los asentamientos ocupados, convirtiendo las sirenas en una fuente de terror para los colonos que huyen a los refugios. Yemen ya no es un simple defensor de la nación, sino la punta de lanza de su lucha.
Con cada lanzamiento de un misil yemeníta, el pánico se extiende por las calles de la entidad ocupada, al son de las sirenas, y la noche de los colonos se convierte en una pesadilla, al darse cuenta de que la seguridad que les prometieron sus dirigentes se ha convertido en un espejismo.
Las escenas que emergen de los territorios ocupados reflejan una nueva realidad que el enemigo no había previsto. Los refugios están abarrotados de colonos, los aeropuertos se están convirtiendo en rutas de escape, y los líderes de la ocupación buscan respuestas ante la aterrorizada pregunta pública: ¿Cómo llegó aquí el misil yemeníta? ¿Por qué la Cúpula de Hierro no puede protegernos?
Los ataques yemenítas no son solo mensajes de apoyo. Se han convertido en parte de una guerra estratégica de desgaste, que destroza las ilusiones de la ocupación y la empuja a un ciclo de confusión e impotencia. ¿Quién habría pensado que un país sometido a agresión y asedio durante diez años podría hoy poner a la entidad ocupante a merced de misiles y drones? Es una sorpresa la nueva realidad que impone Yemen.
Mientras las casas de mujeres y niños en Gaza caen sobre sus hombros como resultado de los misiles estadounidenses-sionistas, Sanaá responde con ataques precisos contra puntos estratégicos del enemigo, para que la respuesta a las masacres esté a la altura de la magnitud del crimen. Mientras los regímenes árabes de normalización se dedican a intercambiar felicitaciones con los líderes de la ocupación, Yemen mantiene su papel fundamental, basado en su deber religioso y humanitario de defender a los oprimidos.
Yemen, objetivo de Washington con sus aviones y armas más avanzados, no se ha rendido ni ha alzado la bandera blanca. En cambio, ha optado por estar al frente de la confrontación. A pesar de la devastación causada por la agresión, su voluntad se ha mantenido firme y su poderío militar ha alcanzado un nivel que el enemigo ya no puede ignorar.
Hoy, la ocupación israelí se enfrenta a una crisis existencial, no solo por la continua resistencia palestina, sino también porque otra fuerza, a miles de kilómetros de distancia, ha decidido participar activamente en la confrontación. Palestina ya no está sola, y la ocupación ya no confía en su estrategia de represión y disuasión, porque Yemen ha roto las reglas y ha redefinido el mapa.
Las incesantes sirenas en Ascalón y Tel Aviv son una clara prueba de que la entidad ocupante ya no es segura. A los colonos que se apresuraron a refugiarse no se les pregunta su opinión sobre la normalización, porque ahora están preocupados por la pregunta más importante: ¿cuándo llegará el próximo ataque? ¿Dónde estarás?
Ante esta nueva realidad, la ocupación se ve incapaz de tomar una decisión decisiva. Una escalada contra Yemen significaría abrir un frente más complejo, y los intentos de eludir sus ataques ya no son viables. La ecuación es clara: cuanto más se prolongue la agresión contra Gaza, más se intensificarán los ataques yemenítas. Y cuando el enemigo crea que está a salvo, recibirá un nuevo golpe que debilitará aún más su control.
Los analistas creen que la entidad enemiga sionista ya no puede ocultar su confusión. Los informes de seguridad sionista hablan de una incapacidad sin precedentes para hacer frente a los ataques yemenítas y de una crisis de confianza que afecta profundamente al gobierno de ocupación. Lo que los colonos antes consideraban una entidad "invencible" ahora es vulnerable a ataques desde fuentes inesperadas.
Yemen se ha convertido en una fuerza que impone sus propias reglas, un recordatorio de que esta nación no ha muerto y de que hay hombres que eligieron el camino difícil, el camino del orgullo y la dignidad, mientras que otros se inclinaron a los pies del ocupante. Mientras continúa la agresión israelí contra Gaza, Yemen permanece en primera línea, no con palabras, sino con fuego que persigue al enemigo en cada rincón de su frágil territorio.
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