Al Hudaydah - Saba: Informe / Gamil Al-Qashm
Con una barbarie que superó todos los límites, la aviación estadounidense volvió a atacar una planta desmotadora de algodón en el distrito de Zabid, provincia de Al Hudaydah. Este crimen de guerra expone la verdadera cara de la agresión estadounidense contra Yemen y confirma que Washington no se conforma con la matanza directa, sino que busca destruir todos los medios de vida en Yemen.
Esta desmotadora de algodón no era una base militar ni un depósito de misiles, sino un centro económico que abastecía a cientos de agricultores y proporcionaba sustento a decenas de familias que dependen del cultivo del algodón. Pero Estados Unidos, con su odio arraigado y su sangriento historial, tiene en la mira el sustento de los yemenítas, intentando estrangularlos económicamente tras su fracaso militar.
Atacar instalaciones vitales no es nada nuevo para este enemigo imprudente. Hace unos días, ataques aéreos estadounidenses tuvieron como blanco el Hospital Al-Rasoul Al-A'zam en Saada, que se encontraba en la fase final de tratamiento de pacientes con cáncer. Esto confirma que Washington no se conforma con bloquear alimentos y medicamentos, sino que también está combatiendo el derecho a la vida de los pacientes.
En Hodeidah, la fábrica de hierro Al-Habashi no se libró de estos brutales ataques. Los ataques también afectaron el complejo gubernamental en Al-Jawf, granjas ganaderas, viviendas y residencias en varias gobernaciones, en una guerra sistemática de destrucción dirigida contra toda forma de vida, sin importar la magnitud del sufrimiento humano causado por estos ataques.
El nuevo ataque a la desmotadora de algodón Zabid revela el alcance de la confusión y la bancarrota política y militar de Estados Unidos. ¿Qué amenaza podrían representar las pilas de algodón y las máquinas de hilar para la Casa Blanca? ¿O el verdadero objetivo es matar de hambre a los yemenítas, humillarlos y obligarlos a rendirse?
Estos repetidos ataques confirman que el enemigo estadounidense libra una guerra económica integral contra el pueblo yemenítas. Tras fracasar en sus objetivos militares, ha recurrido a una estrategia de hambruna y destrucción sistemática de la infraestructura económica para intentar doblegar al pueblo y someterlo.
La guerra librada por Washington se ha convertido en un ataque a las instalaciones económicas, a fábricas, granjas y mercados, buscando cortar todos los recursos vitales en un crimen sin precedentes que refleja el alcance del odio de Estados Unidos por este pueblo.
Estados Unidos, que afirma defender los derechos humanos, practica las formas más atroces de terrorismo en Yemen. Se ha transformado en una entidad sangrienta, sumida en la criminalidad, que utiliza su poderío militar para imponer la hambruna, una escena que expone la falsedad de sus lemas y la decadencia de sus políticas, algo que se ha hecho evidente para todos los países del mundo.
Los observadores creen que esta atrocidad no logrará sus objetivos. El pueblo yemení se ha enfrentado a las fuerzas militares más formidables durante años, y la agresión no ha logrado quebrantar su voluntad ni someterlo. Al contrario, su determinación se ha fortalecido y se ha vuelto más resiliente, y los crímenes estadounidenses se han convertido en el sustento de su firme apego a su derecho a la soberanía y la dignidad.
Todos los bombardeos y la destrucción solo traerán más fracaso y decepción. Estados Unidos ha intentado todos los medios de guerra posibles, pero se ha topado con la legendaria firmeza yemeníta , que lo ha dejado sumido en un atolladero de impotencia, incapaz de imponer su voluntad ni de lograr avances militares o políticos.
Washington cree que atacar fábricas y hospitales hará que los yemenítas icen la bandera blanca, pero ignora la naturaleza de este pueblo, que no sabe rendirse y no permitirá que ninguna fuerza en la tierra le imponga sus condiciones o le despoje de su decisión soberana.
Cada nuevo crimen cometido por este enemigo no quedará sin respuesta, y la evidencia ha demostrado que Yemen nunca ha sido un lugar libre para los agresores, sino más bien un cementerio para cualquiera que intente quebrantar la voluntad de su pueblo, y seguirá siendo así hasta el final.
La agresión contra Yemen continúa, pero lo cierto es que la brutalidad estadounidense no prevalecerá y que este pueblo, a pesar de las heridas, se mantendrá firme, enfrentando la agresión con todas sus fuerzas en la victoria por Gaza y los problemas de la nación, independientemente de los desafíos. No renunciarán a su dignidad ni a su compromiso, por mucho que los sacrificios sean necesarios.
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